El comercio ya no es lo de siempre. A medida que se deshilachan las viejas alianzas económicas y surgen nuevos centros de poder mundial, el Caribe se enfrenta a una disyuntiva: permanecer como observador pasivo de las mareas cambiantes o aprovechar el momento para trazar su propio futuro. En el Foro de Inversión del Caribe, celebrado en Montego Bay, líderes y socios internacionales se reunieron con la urgencia común de responder a una pregunta fundamental: ¿qué se necesita para garantizar el futuro del comercio y la inversión caribeños en un mundo en el que la incertidumbre se ha convertido en la norma?
Lo que surgió de la mesa redonda de alto nivel «La nueva cara del comercio: Future-Proofing Investment and Innovation in the Caribbean», no fue sólo una conversación sobre los retos, sino una audaz reimaginación de las posibilidades. El tono fue claro: la región no puede esperar a que otros definan su destino. Debe establecer sus propios términos de comercio, forjar nuevas alianzas y crear resistencia desde dentro.
Un llamamiento a la unidad y la soberanía regionales
El Honorable Dr. Denzil Douglas, de San Cristóbal y Nieves, subrayó el delicado equilibrio entre soberanía y cooperación regional. «Lo fundamental», señaló, «es establecer un marco regional de IED que respete la soberanía y atraiga al mismo tiempo inversiones en sectores no tradicionales». Con descubrimientos como la energía geotérmica en Nieves, ilustró cómo las innovaciones sostenibles tienen el potencial de alejar a las economías de la vulnerabilidad a los choques externos.
El Honorable Michael B. Halkitis, de Bahamas, se hizo eco de ello, abogando por que las naciones caribeñas «se unan para alcanzar la escala necesaria para abordar las injusticias económicas en el comercio», incluidos los costes de transporte y logística. Recordó a los participantes que las crisis, aunque perturbadoras, son también oportunidades para la reinvención. Como dijo sucintamente: «No desperdiciemos una buena crisis».
Aprovechar la sinergia entre el sector privado y las políticas
El Senador Aubyn Hill, de Jamaica, abogó por un Mercado y Economía Únicos del Caribe (CSME) más funcionales, instando al sector privado a colaborar con los gobiernos para crear asociaciones intrarregionales. Esto, argumentó, es vital para reforzar las cadenas de suministro y crear un entorno en el que el comercio «funcione para todos».
Eja Askola, de la Unión Europea, reafirmó el compromiso de la UE con unas asociaciones justas y fiables con el Caribe. Destacó la necesidad de marcos normativos armonizados y de voluntad política para intensificar las cadenas de valor y la integración regionales, factor esencial para atraer inversiones extranjeras directas sostenibles.
Plan para la resiliencia comercial
Con su inconfundible voz visionaria, Pamela Coke-Hamilton, Directora Ejecutiva del Centro de Comercio Internacional, expuso un plan pragmático, aunque ambicioso, para la «resiliencia comercial en un mundo fragmentado», que rechaza los anticuados modelos de dependencia y adopta la re-globalización estratégica. Su marco de cinco pilares desafía al Caribe a ir más allá del turismo, diversificar su economía a través de industrias de valor añadido como la agricultura tecnológica, invertir agresivamente en energías renovables, capacitar a las PYME (especialmente a las empresas dirigidas por mujeres), adoptar una infraestructura comercial digital y abordar los elevados costes logísticos que ahogan la competitividad regional.
Su enfoque de cinco pilares incluía:
- Re-globalización estratégica: Ir más allá del turismo para diversificar las economías mediante la agricultura de valor añadido, la pesca sostenible y las industrias innovadoras.
- Resiliencia climática: Acelerar la transición verde con inversiones en energías renovables e infraestructuras, abordando al mismo tiempo los retos de la deuda soberana.
- Capacitar a las PYME: Mejorar el acceso a la financiación y a los mercados, especialmente para las empresas dirigidas por mujeres, con el fin de reforzar la competitividad regional.
- Transformación digital: Construir una sólida infraestructura de comercio digital para conectar a las empresas, reducir los costes de transacción y desbloquear nuevas oportunidades de mercado.
- Inversión en logística y transporte: Abordar los elevados costes del transporte regional para mejorar la competitividad de las exportaciones y atraer inversores.
Coke-Hamilton subrayó que el Caribe debe «establecer nuestros propios términos de comercio, en lugar de acatar los términos establecidos por otros», posicionando a la región como una fuerza proactiva en el cambiante orden comercial mundial.
Forjar alianzas Sur-Sur
Una de las ideas más convincentes de la sesión fue el potencial sin explotar de la cooperación sur-sur. Con iniciativas como la Zona de Libre Comercio Continental Africana ganando terreno, el comercio entre el Caribe y África podría alcanzar los 2.100 millones de dólares en cinco años si se eliminan las barreras. Fomentando lazos más fuertes con África y Asia, la región puede reducir la dependencia excesiva de los mercados occidentales tradicionales, abriendo nuevas vías de crecimiento e innovación.
El camino a seguir
El consenso de esta enérgica sesión fue claro: la resiliencia del Caribe depende de reformas audaces, de la solidaridad regional y de un cambio decisivo hacia la sostenibilidad y la innovación digital.
La creación de una estrategia unificada de inversión extranjera directa, la adopción de energías renovables y el aprovechamiento de las herramientas digitales no sólo «prepararán para el futuro» a la región, sino que también elevarán su posición en la economía mundial. Como expresaron los líderes en el foro, el Caribe debe aprovechar este momento para crear un ecosistema de comercio e inversión que sea integrador, resistente y estratégicamente posicionado para la prosperidad a largo plazo.